A primera vista, los pensamientos parecen cosas sólidas e independientes, como si tuvieran una forma propia. Pero si observamos de cerca qué son realmente los pensamientos, descubrimos algo muy diferente. Los pensamientos no son entidades separadas; son apariciones fugaces dentro del campo de la conciencia, como nubes que flotan en el cielo. No tienen una realidad independiente fuera del espacio en el que surgen—y ese espacio es nuestra propia conciencia.

¿De qué están hechos los pensamientos?

Cuando pensamos en la sustancia de los pensamientos, parece que están hechos de algún tipo de “material mental”. Pero intenta atrapar un pensamiento: ¿puedes tocarlo, sostenerlo o incluso localizarlo? Pronto descubrirás que no hay nada tangible que encontrar. Lo que siempre encuentras es la conciencia que observa el pensamiento. Los pensamientos no son cosas sólidas; son simplemente movimientos dentro de la conciencia.

Piensa en una ola en el océano. La ola parece tener su propia forma por un momento, pero en última instancia, es solo agua, inseparable del océano. Los pensamientos son así—aunque parecen existir aparte de ti, son simplemente apariciones dentro de tu propia conciencia.

¿Cómo podemos investigar los pensamientos?

Puedes descubrir esto por ti mismo explorando tus propios pensamientos con estos pasos:

  1. Observa un pensamiento: Cuando surge un pensamiento, en lugar de dejarte llevar por él, simplemente obsérvalo. Míralo sin profundizar en él.
  2. Pregúntate: ¿De qué está hecho este pensamiento?: ¿Puedes realmente atrapar el pensamiento? ¿Tiene forma, color o sustancia? Lo que encontrarás es que solo hay conciencia notando el pensamiento—no hay un “algo” separado al que aferrarse.
  3. La conciencia permanece; los pensamientos van y vienen: Los pensamientos surgen y desaparecen, pero la conciencia que los observa permanece constante. Esta conciencia siempre está presente, incluso cuando los pensamientos se desvanecen.
  4. Los pensamientos no son sólidos: Al igual que una nube parece flotar en el cielo y eventualmente se disuelve, los pensamientos se disuelven de nuevo en la conciencia. No tienen forma sólida ni existencia fuera de esa conciencia.

No solo los pensamientos—también los sentimientos y sensaciones

Esto no solo es cierto para los pensamientos, sino también para los sentimientos, las sensaciones corporales y todo lo que percibimos a través de nuestros sentidos. Si miramos con atención, descubrimos que todas las experiencias surgen dentro de nuestra conciencia y luego se desvanecen. A menudo creemos que las cosas fuera de nosotros existen de manera independiente y que las percibimos. Pero en realidad, solo somos conscientes de lo que aparece dentro de nuestra conciencia.

¿Qué cambia cuando te das cuenta de esto?

Cuando empiezas a entender que los pensamientos (y todas las demás experiencias) no son más que apariciones en la conciencia, se transforma la manera en que te relacionas con ellos. En lugar de dejarte llevar por tus pensamientos o preocuparte por ellos, puedes verlos como nubes temporales en un cielo vasto y abierto. No eres tus pensamientos; eres la conciencia en la que surgen. Esta realización trae una sensación de paz y amplitud porque ya no estás atado a los pensamientos que aparecen en tu mente.

Cuando reconoces profundamente que los pensamientos, sentimientos y todas tus experiencias son simplemente apariciones en la conciencia, varias cosas cambian en cómo experimentas la vida:

1. Menos identificación con los pensamientos

A menudo pensamos: Soy lo que pienso. Por ejemplo, cuando surge un pensamiento como No soy lo suficientemente bueno, rápidamente lo tomamos como verdad y nos sentimos mal con nosotros mismos. Pero cuando entiendes que los pensamientos son solo apariciones pasajeras en la conciencia, ya no tienes que tomarlos tan en serio. Los ves como algo que viene y va, como nubes en el cielo. No eres el pensamiento; eres el espacio en el que el pensamiento aparece.

2. Más paz

Los pensamientos y emociones van y vienen constantemente, pero la conciencia en la que surgen siempre está calmada y quieta. Al reconocer que eres este espacio tranquilo, en lugar de los pensamientos y emociones cambiantes, sientes más paz. Ya no necesitas perseguir o resistir tus pensamientos. En cambio, puedes descansar sabiendo que todo lo que surge pasará por sí solo.

3. Menos preocupación y estrés

Gran parte de nuestra preocupación y estrés proviene de la creencia de que nuestros pensamientos dictan nuestra vida. Pero cuando ves que los pensamientos no tienen una realidad fija, pierden su poder para perturbarte. Un pensamiento como Necesito terminar esto o ¿Y si las cosas salen mal? ya no te atrapa. Reconoces que es solo un pensamiento pasajero y no necesitas identificarte con él.

4. Más libertad

Al dejar de aferrarte a pensamientos y sentimientos, te sientes más libre. Tus pensamientos ya no dictan cómo te sientes o cómo vives. Experimentas un espacio interior donde todo puede suceder sin alterarte. Esta libertad también te permite responder a las situaciones con mayor apertura y flexibilidad.

5. Un sentido más profundo de conexión

Cuando te das cuenta de que todos los pensamientos y experiencias son apariciones dentro de la misma conciencia, comienzas a sentir que esta conciencia está presente en todo. No eres solo una persona separada con tus propios pensamientos y sentimientos, sino parte de una realidad mayor y compartida. Esto puede llevar a un sentido de conexión con los demás y con el mundo que te rodea, al ver que todos vivimos desde el mismo “espacio” de conciencia.

En resumen, una vez que entiendes verdaderamente que tus pensamientos y sentimientos no son quienes eres, sino meras apariciones en la conciencia, puedes vivir con mayor paz, libertad y conexión. Ya no te dejas llevar por lo que piensas, sino que puedes relajarte cada vez más en el espacio de la conciencia misma, que siempre es calma y estable.

Please follow and like us: