La gente solía pensar que las sustancias psicodélicas, que crean experiencias increíblemente ricas y poderosas, harían que el cerebro se volviera mucho más activo. La idea era que estas experiencias encendían muchas luces en el cerebro a la vez, como un árbol de Navidad. Sin embargo, nuevos estudios muestran que los psicodélicos en realidad reducen la actividad cerebral en muchas áreas, en lugar de aumentarla. Este resultado sorprendente se ha encontrado con varias sustancias como la psilocibina, el LSD y el DMT, utilizando diferentes técnicas de imagen, y ha sido confirmado por investigadores de distintos países. Este nuevo entendimiento desafía la creencia de que la intensidad de una experiencia siempre está ligada a una mayor actividad cerebral. En lugar de eso, abre nuevas preguntas sobre cómo funcionan estas sustancias y lo que revelan sobre la naturaleza de la conciencia.
Desafío a la visión fisicalista de la conciencia
La visión científica común, llamada fisicalismo, sugiere que todas las experiencias son causadas por la actividad del cerebro. Si no hay actividad cerebral—como en una persona muerta—no hay experiencia. Con base en esta idea, parece lógico pensar que las experiencias más intensas, como las causadas por psicodélicos, deben estar vinculadas a una mayor actividad cerebral. Pero dado que los estudios muestran que la actividad cerebral en realidad no aumenta, los científicos han intentado explicar qué más podría estar ocurriendo en el cerebro. Esto ha llevado a una reevaluación de cómo entendemos la conexión entre el cerebro y la conciencia, y si podría haber otros factores más allá de los simples niveles de actividad cerebral.
La hipótesis del cerebro entrópico
Una teoría popular sugiere que, aunque la actividad cerebral general disminuye, la actividad restante se vuelve más aleatoria o desorganizada. Esta idea se llama la “hipótesis del cerebro entrópico”, que sostiene que este ruido o “desorden” en el cerebro aumenta la riqueza de la experiencia psicodélica. La lógica detrás de esto es que una mayor aleatoriedad contiene más “información” en un sentido técnico, lo que lleva a una experiencia más rica. Básicamente, el cerebro se vuelve menos predecible, permitiendo que emerjan nuevos y diferentes tipos de experiencias que normalmente no serían accesibles en un estado de conciencia más estructurado.
Fallas en la hipótesis del cerebro entrópico
Pero este argumento es defectuoso. El tipo de “información” del que se habla aquí se basa en la aleatoriedad, como el ruido de la televisión sin señal. Ese ruido puede tener mucha complejidad, pero no significa nada para nosotros; es caótico y desestructurado. En contraste, las experiencias psicodélicas no son aleatorias ni carentes de sentido. Las personas las describen como profundamente significativas, llenas de imágenes vívidas, ideas y emociones—lo opuesto a un ruido sin sentido. Estas experiencias a menudo implican un sentido de conexión, realizaciones profundas e incluso vislumbres espirituales, lo cual sugiere que existe un orden y profundidad subyacentes en estos estados mentales.
Patrones significativos en las experiencias psicodélicas
La riqueza de una experiencia psicodélica proviene de los patrones significativos y reconocibles en la mente. No se trata de que el cerebro sea caótico, sino de las conexiones e ideas que se desbloquean durante la experiencia. La teoría de que un aumento en la aleatoriedad del cerebro conduce a experiencias más profundas es problemática porque confunde dos tipos de información: una que se refiere a la aleatoriedad de las señales y otra que se refiere al contenido significativo. Las experiencias psicodélicas están llenas de significado, no son simplemente ruido aleatorio. Las conexiones significativas que se hacen durante estas experiencias a menudo pueden llevar a cambios duraderos en la perspectiva, el comportamiento e incluso el bienestar emocional, lo que enfatiza aún más que estas experiencias están lejos de ser aleatorias.
Una visión más amplia de la conciencia
Esto se conecta con una visión más amplia de la conciencia. La visión científica tradicional sostiene que la conciencia es producida por el cerebro. Si sigues esta visión, la experiencia psicodélica es difícil de explicar porque no coincide con los cambios en la actividad cerebral que los científicos esperan. Sin embargo, si consideras la idea de que la conciencia existe más allá del cerebro, tiene más sentido. Desde esta perspectiva, el cerebro no es la fuente de la conciencia, sino un filtro o una apariencia de una realidad más profunda. Las sustancias psicodélicas podrían alterar el funcionamiento habitual de este filtro, permitiendo que experimentemos más de esa conciencia subyacente. Esta perspectiva sugiere que el cerebro actúa normalmente como un mecanismo limitante, reduciendo la vastedad de la conciencia a algo más manejable para el funcionamiento diario.
La conciencia más allá del cerebro
En otras palabras, la conciencia podría ser fundamental, y lo que vemos en los escáneres cerebrales es solo la apariencia externa de lo que está sucediendo a un nivel más profundo. Cuando alguien toma un psicodélico, los patrones habituales de actividad cerebral pueden volverse menos activos, permitiéndole experimentar una realidad de la conciencia más amplia y profunda que normalmente está filtrada. Esta visión se alinea con la idea de que nuestra verdadera naturaleza no está limitada a nuestros pensamientos o cuerpo, sino que es algo mucho más profundo y conectado. Implica que la conciencia no es creada por el cerebro, sino algo con lo que el cerebro interactúa o canaliza. Los psicodélicos pueden ayudar a aflojar las restricciones habituales del cerebro, dándonos un vistazo a un estado de ser más expansivo que siempre está presente pero a menudo oculto.
El potencial transformador de las experiencias psicodélicas
Esta visión más amplia de la conciencia desafía la comprensión materialista de la mente y sugiere que nuestro sentido del yo y de la conciencia no es simplemente un subproducto de los procesos cerebrales. En lugar de eso, apunta a una realidad más profunda e interconectada donde la conciencia desempeña un papel fundamental. Las experiencias psicodélicas parecen revelar aspectos de esta realidad más profunda, ofreciendo ideas que pueden ser transformadoras y cambiar la vida. Estas experiencias a menudo se sienten más reales y significativas que la conciencia ordinaria, lo que lleva a muchas personas a cuestionar la naturaleza misma de la realidad. Al reducir la actividad de filtrado del cerebro, los psicodélicos podrían permitir a los individuos acceder a una conciencia mayor que generalmente está oculta por los procesos mentales cotidianos.
Crecimiento personal y unidad a través de los psicodélicos
Esta comprensión también ayuda a explicar por qué las personas que experimentan con psicodélicos a menudo informan sentirse más conectadas con el mundo que las rodea, experimentando un sentido de unidad y obteniendo ideas sobre sus propias vidas y la naturaleza de la existencia. Estas experiencias pueden llevar a un crecimiento personal profundo, ayudando a las personas a superar miedos, sanar heridas emocionales y encontrar un nuevo propósito. La idea de que la conciencia es más que actividad cerebral sugiere que estas experiencias no son simplemente alucinaciones, sino vislumbres de una capa más profunda de la realidad a la que todos tenemos acceso, aunque sea temporalmente.
Accediendo a la conciencia a través de psicodélicos y prácticas meditativas
Ya sea a través de psicodélicos o mediante prácticas como la meditación, estas experiencias apuntan al reconocimiento de que la conciencia misma es siempre presente, totalmente disponible y no está dividida en capas. El cerebro desempeña un papel en filtrar nuestra experiencia consciente, y los psicodélicos pueden reducir temporalmente este filtrado, permitiéndonos percibir un aspecto más amplio de la conciencia. En contraste, las prácticas meditativas logran resultados similares al aquietar suavemente la mente y relajar los patrones habituales del cerebro. Los psicodélicos pueden ofrecer un vistazo repentino e intenso de esta realidad, mientras que las prácticas meditativas ofrecen un camino más suave y sostenible. Ambos enfoques destacan la idea de que nuestra percepción cotidiana es limitada y que, al alterar o calmar los patrones habituales de la mente, podemos experimentar un estado de ser más profundo e interconectado.
Este artículo está inspirado en un artículo escrito por Bernardo Kastrup: Los escáneres cerebrales no nos dicen nada sobre la conciencia